Elza Soares es una mítica cantante brasileira que publicó su primer
disco en 1960. Tiene 81 años y es una auténtica superviviente de una
vida llena de tragedias. Los tristes que se quejan continuamente por
todo deberían de buscarla en la wikipedia, por ejemplo, para cerrar sus
cansinas bocazas.
Guilherme Kastrup tiene unos años menos (49)
es percusionista, productor y uno de esos artistas en la sombra que
hacen que la música siga siendo algo excitante.
Deus é
Mulher (grandioso título) es el segundo disco que hacen juntos este par
de dos. Es una obra confeccionada con ingredientes tales como: valentía,
arrojo, riesgo, cariño, luz. Y, además, un gran porcentaje de pasión,
esfuerzo y hacer de cada sonido algo importante. Un país sonoro en donde
convergen el tropicalismo, la distorsión, la electrónica como recurso
bien entendido y el caos de los tiempos que corren. Y no es fácil
construir algo así y que funcione como un puzzle de piezas tan bien
conectadas.
Por parte del mutante que esto escribe, que
lleva asombrándose y vibrando con este disco desde hace meses, afirmar
que aprende algo nuevo a cada escucha es bastante importante.