Tras el desastre de resquemores,
desconfianza, rabia, orgullos rotos, dolor y frustración (resacas
comunes al término de cualquier guerra y más aún en el caso de una
nación partida en dos) que dejó tras de si la guerra de secesión estadounidense, una serie de personajes quedan atrapados por una
ventisca invernal, en una parada para diligencias de montaña llamada La
Mercería de Minnie. Uno de ellos es un famoso cazarrecompensas, John
Ruth, alias La Horca (jamás había visto a Kurt Russell tan apabullante)
que lleva a la ciudad de Red Rock a la sanguinaria delincuente Daisy Domergue
(Jennifer Jason Leigh, mi chica favorita del cine independiente
norteamericano de los 90) para que la cuelguen por sus crímenes y cobrar
los 10.000 dólares de recompensa.
Lo que Tarantino nos muestra
entre esas cuatro paredes (amparado en un estílo único en si mismo a
pesar de beber de miles de fuentes que los críticos cinematográficos han
ninguneado desde siempre) es un drama de desconfianzas, envuelto en un
clima de tensión, que consigue hacernos sentir el advenimiento de un desastre que nos va a
devorar a todos. Sus personajes son hombres rudos forjados en un
infierno donde sobrevivir y no tener lazos es lo más inteligente. Las
localizaciones son mínimas (exteriores cubiertos de nieve, el interior de una diligencia y la posada de
madera en donde se sitúa el 90% de la historia) y no necesita más para
desplegar un juego de naipes que te mantiene en vilo a lo largo de las 2
horas y 47 minutos que dura esta cosa que es una película pero también
podría ser una obra de teatro. (Una maraña enredada de cuentos, música, libros, cómics y algún que otro esqueleto)
Etiquetas
lunes, 25 de enero de 2016
Los Odiosos 8 [Dirección & Guión: Quentin Tarantino][2015]
Relatos, Hablemos de música, Libros, Cómics,
Cosas construidas con fotogramas
domingo, 24 de enero de 2016
Mi Calle.
La calle en donde vivo es un mosaico
poblado por caracteres a cual más surrealista. Como un mapa de la
naturaleza humana se despereza cada día empujando a sus habitantes (que
se desplazan como luces recorriendo la gran arteria de una especie de
ecosistema que no deja de transformarse) a la vida, a la locura, al
saludo, a la lucha. Los adoquines palpitan con la energía de las huellas y los elementos atmosféricos son un simple decorado en el que los
protagonistas reales son las personas que construyen su día a día. Y yo,
que tengo la curiosa facultad de adaptarme y enriquecerme con los
cambios, puedo sentir que este lugar es como una especie de república
independiente del resto de la ciudad. Una zona aparte donde la velocidad
y el ruido del asfalto se transforma en otra cosa, en otro tipo de
ritmo.
En ese sitio está mi hogar actual desde hace 7 meses y medio. Y es mi casa número 13 (una cifra que me ha marcado, me protege y no me abandona) y en su interior hay 13 escalones que separan las dos partes de la vivienda. Abajo enseguida cae la noche y arriba estalla la luz que viene del mar.
Los moradores de esta plaza ya me conocen y se
han acostumbrado a mi presencia intrusa, a mis idas y venidas. Parece
que han comprendido, al igual que yo, que encajo en este lugar en donde
todo se transforma a cada día.En ese sitio está mi hogar actual desde hace 7 meses y medio. Y es mi casa número 13 (una cifra que me ha marcado, me protege y no me abandona) y en su interior hay 13 escalones que separan las dos partes de la vivienda. Abajo enseguida cae la noche y arriba estalla la luz que viene del mar.
Y el sonido de las mangueras regando la calle para que, al día siguiente, vuelva a florecer la vida, el ciclo vital.
Relatos, Hablemos de música, Libros, Cómics,
Cosas que anidan en los huesos
domingo, 3 de enero de 2016
Me ha pasado algo realmente explosivo y supongo que solamente la muchachada que no podría vivir sin leer cada día me entenderá.
Son muchas tundas navideñas ya, y hoy, intentando recuperar mi cordura al despertar, traté de navegar por las páginas de Trópico de Capricornio, escrito por Henry Miller en 1936, antes de volver a las calles. Y algo me reconcome por dentro.
Veamos, creo que desde que tengo uso
de razón quería leer este libro, pero, como es imposible estar en todas
partes al mismo tiempo, un privilegio que sólo posée Crom, nunca lo
había hecho hasta que hace poco me lo pillé de segunda mano.Son muchas tundas navideñas ya, y hoy, intentando recuperar mi cordura al despertar, traté de navegar por las páginas de Trópico de Capricornio, escrito por Henry Miller en 1936, antes de volver a las calles. Y algo me reconcome por dentro.
Joder, Henry Miller es un como un dios caído que arranca la piel para enseñarte lo que se oculta bajo sus tripas.
Incluso yo, que adoro a William Burroughs. Jack Kerouac, Roberto Bolaño y demás serpientes que han utilizado la literatura como una máquina trituradora, me rindo ante Trópico de Capricornio.
Hacia mucho tiempo que un libro no me hacía hervir de esta manera.
Relatos, Hablemos de música, Libros, Cómics,
Cosas construidas con papel y palabras
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