domingo, 15 de febrero de 2015

Hoy he subido a la red el último agarrarse al precipicio de äNACRUSä confeccionado en 10 días plenos de sensaciones del Diciembre pasado. Un mini-LP hipnótico y circular con el que cierro los ojos y sobrevuelo tormentas de luces y sombras.
Solamente dos piezas sonoras que se complementan y, al mismo tiempo, se odian entre ellas como un espejo que refleja lo que ocurre en las entrañas. Una larga carretera que fluye como la sangre en las venas; constante, sin detenerse nunca... Pero a la que se le van acoplando capas que son como las explosiones y las caídas que nos encontramos a cada paso.
Porque la vida es el viaje más grande. Una carretera que se pierde en un horizonte que reverbera bajo el sol al compás del latir de nuestras venas.
Y eso pretenden ser estos sonidos: el flujo de mi sangre que tanto me quema como me reconforta como me hiere...
https://anacrusa.bandcamp.com/album/the-long-road-ep-2014

Tal vez sea cierto que las vías de tren han sido construidas para separar mundos rotos. O que el dios que fuerza sus músculos persiguiendo un equilibrio entre la lluvia, la tormenta, los jirones de luz que rasgan las nubes y los reflejos que deslumbran en un pequeño charco nacido en el asfalto, pretenda castigarnos sin pensar que nosotros mismos somos muy capaces de hacerlo sin ningún tipo de ayuda.
Y que los últimos días antes del apocalipsis nos descubren velando a un ser querido desde un sillón; destrozado con el sexo la carne de la sonrisa que podrías tener cerca si no existiera el miedo a ti mismo; expulsando a un pequeño crustáceo de la humedad de un cuarto de baño simplemente`por su bien, aunque él no lo sepa; viendo como alguien es capaz de poner su lengua bocabajo mientras duendes y acertijos tratan de sujetarse para no volcar a bordo de su pequeña barcaza; tratando de despedirse de un hogar antes de cometer el error de acabar odiándolo; plantando pequeñas gotas de rocío...
Y el frío que nos corroe los huesos que solo ha sido capaz de amparar un abrazo de piel... Y la lluvia que nos corta la cara como cuchillas... Y el ulular de los árboles en la noche...
Y la guerra, siempre la guerra, que muy probablemente es lo que nos mantiene vivos y en pie.
Y las escaleras, siempre las escaleras, por las que trepamos a pesar de saber que están corroidas por el óxido y suelen tener la facultad de desmoronarse.
Y la luna, siempre la luna, que vela por nosotros desde el principio de los tiempos y que jamás se atreverá a juzgarnos.
[4/2/2015]

sábado, 7 de febrero de 2015

Un buen día decidí emigrar de la ciudad harto del ruido y de la gente amargada. Todo mi ser anhelaba sentir la caricia de los árboles y de la noche plagada de estrellas expandidas por un cielo que los edificios no pudieran ocultar. Tan sólo buscaba encontrarme a mi mismo y perderme entre la libertad brutal del bosque, sumergirme en el rio, sentir en la piel el latido de la tierra, ser alguien anónimo siempre que me viniera en gana, correr con mis perras, mis amigas, mis compañeras, a través de la espesura y la montaña.
También tenía una mujer a mi lado de la cual mi ser se fue distanciando poco a poco. Y de nuevo volvió a mí esa cualidad de crear daño. La expulsé de mi mundo y, como castigo, mis animales enfermaron y murieron arrancando trozos de mi corazón en su caida a través de un tunel tan oscuro que me obligaba a vestirme con mi abrigo de risas para no perder mi apego a la vida.
Y ahora que ya nada me retiene aquí y que he experimentado, absorbido, exprimido y sentido en los huesos las miserias y la hipocresía de la ignorancia, de la envidia, de la inmundicia... Pienso que es buena hora de regresar a la ciudad que me vio nacer. Y que ahí os quedáis los palurdos y bastardos que tanto os aburrís con vuestras vidas miserables.
Voy a cambiar la tierra por el asfalto y destrozar este frío que se me está anidando en los huesos. Y sé que es una buena decisión.
Me he cansado de las falsas sonrisas de gente supuestamente feliz que pretenden que vivas bajo sus normas.
Las calles en donde me he criado me reclaman.
Cambios, cambios... No podría vivir sin ellos.