viernes, 30 de octubre de 2015

Mami, ¿en serio que soy Legión?.

1A. Lo llevaba a pasear al parque todos los dias, cogido de la mano, mientras las hojas encanecidas por el otoño se precipitaban al suelo y reventaban con el peso del silencio.
2A. Mi hijo era un niño normal. Solo había una cosa que lo diferenciaba del resto; su curiosidad por la belleza de lo corrupto, lo que está en el otro lado, el Mal.
1B. Se caían los nidos de los pájaros en una explosión de huevos y pequeñas ramas secas justo a sus pies. Si arrancaba una brizna de hierba para colgarla entre sus labios, ésta se marchitaba como si penetrara en una dimensión desconocida o en las cenizas de una antigua hoguera.
2B. Pero eso tampoco era su culpa. La raíz de su mal reside en mí, su padre. Yo le inculqué el sabor por la destrucción... pero él ya nació así. Posée esos dones por los que yo he rezado tanto y cuando crezca construirá puzzles con los trozos de cerebros de quienes nos juzgan!
1C. La gente se turbaba a su alrededor y no eran capaces de pronunciar una sola mentira a su paso. Y un día alguien se suicidó a su lado, como si fuera su último refugio, en un banco del parque. Y fue en ese justo momento, cuando le miré a los ojos, los ojos de mi niño, inundados de una tristeza tan grande y, al mismo tiempo, de una furia que quemaba mi carne como un desgarro, cuando comprendí que tenía que matarlo.Yo, su propia madre.
2C. Jamás podría estar más orgulloso de lo que estoy por mi hijo. Él es el nuevo reino. Y como su madre intente acabar con él la aplastaremos.
1D. Pero he sido débil y ahora estoy aquí encerrada por intentar devorar a mi propio hijo. Sé que no suena muy coherente. Y menos a usted, un abogado de oficio recién graduado. Pensándolo bien, puede que beneficie su curriculum.
Van a acabar conmigo. Me van a colgar haga usted lo que haga, intente lo que intente. Mi hijo y su padre (al que no me atrevo a llamar marido), van a instaurar un nuevo órden. Mi vida, y mucho me temo que la suya, ya no tienen valor.
2D. ¡Mi pequeño volverá a por mi y destrozará este puto sitio!
1E. ¡Por favor, abogado, tiene que ponerse en contacto con los medios de comunicación! ¡En serio, no estoy loca!
2E. ¡Ya oigo su rumor! ¡Viene a castigaros!

(De repente una especie de click, un silencio, un vértigo...)






domingo, 11 de octubre de 2015

Puede que, alguna vez, nos olvidemos de decir algo.

Federico Ambrosio Fernández era un tipo singular. Tenía (y digo tenía en pasado, pues un golpe fortuito de la fortuna nos privó de su presencia cuando un repartidor de pizzas desquiciado acabó con él en un callejón que olía a hierba recién cortada y golpes de lluvia), una obsesión por coleccionar las anillas de las latas de cerveza que introducía en su sistema estomacal.
Un buen día una pequeña recolección de objetos del pasado llamó a su puerta. Se presentó con el nombre de Ínfima Parte y le ofreció dos cosas difíciles de rechazar. A saber, un trozo de nube a punto de desintegrarse en lluvia y un disco de vinilo envuelto en la piel de un murciélago.
Ínfima Parte dijo: No creo que te merezcas estos regalos, pero es que quería deshacerme de ciertas cosas y comentan por ahí que tú eres un recolector de fragmentos que puede que signifiquen algo.
Y, aunque yo no lo recuerde, alguien jura que contestó: Acabo de salir de la cárcel y mi equipaje es tan ligero que cualquier tipo de peso que se introduzca en él hará que compense el pequeño vacío que perdura en mi cicatriz.
En resumidas cuentas, agradeció a Ínfima Parte esos dos objetos, no sin antes calcular el grado de obligación para con las hormigas que comenzaban una revolución en ese preciso momento, y se despidió sin ningún tipo de elegancia (como debe ser en estos casos), saltando a la proa de una embarcación que se desplazaba hacia un naufragio. Y, después de ver como la tripulación dejaba de latir por culpa de unos pulmones que no estaban habituados a las presiones marítimas, observó con calma, allí, bajo el mar, con peces flotando a su alrededor, los dos regalos que latían con branquias de aluminio.
Esto no sé si debería contarlo, pero lo cierto es que, por aquel entonces, habitaba en su interior el espíritu que siempre se dirige hacia tierras que no existen y decidió pedirle consejo bajo las aguas. Subió a la superficie y, en una playa que existía sin la vigilancia de ningún satélite, recogió los fragmentos de la embarcación en donde había viajado y, con ellos, sumados a los dos regalos, destiló un combustible que obtuvo tras mezclar la salitre con el correo de los naúfragos. Prendió una gran hoguera, un fuego que iluminaba el cielo opaco, esperó cinco minutos, mientras disfrutaba de las astillas de un cigarro fabricado con remolinos, y se fue caminando al borde de la carretera. Creo que algo cantaba y es muy probable que fuera una canción de Low, o puede que no, nunca lo sabremos. Siempre es la obligación de cada uno la forma de acabar las historias.

viernes, 9 de octubre de 2015

Y, si con el correr de los años, Josh Tillman (el batería de los enormes Fleet Foxes) no se acaba convirtiendo en un mito musical, me como uno de mis gorretes de esos que ya estoy deseando poner, ahora que el verano se desvanece entre un sol primaveral y los arrebatos de la lluvia.
Fleet Foxes fue una sorpresa realmente emocionante para todos los que amamos ese tipo de arte que tiene la facultad de emocionar. Y ya no sé si podemos contar con un nuevo disco tras 4 años de silencio. Espero que sí, pero, si realmente ya no existen como banda, tampoco sería muy dura la pérdida cuando podemos contar con las gigantescas composiciones de Josh.
Antes publicaba bajo el seudónimo J. Tillman. Pero una creatividad como la suya, en continuo crecimiento, hizo que se transformara en un ser llamado Father John Misty. Un personaje deudor de los grandes clásicos de la música norteamericana y, al mismo tiempo, de un universo sonoro tan personal, que los dos discos que lleva publicados bajo ese alias ya forman parte de una historia de la música (o de una forma de entender la música) que seguirán siendo eternos cuando las tormentas asolen y descompongan las discografías de todos esos superventas actuales.
Casi me resulta fácil la comparación, en cuanto al perdurar se refiere, con un director de cine como Clint Eastwood. Otro delincuente con la capacidad de crear obras que permanecerán como grandes clásicos siendo absolutamente modernas.
Y no creo estar muy desencaminado al decir que Josh Tillman posée la enorme capacidad de crecer todavía más a pesar de esos ingredientes que empapan su obra de músicas que ya estaban ahí antes de que él naciera.
Por el momento es un talento muy grande. Incluso soy bien capaz de jugármela al decir que es enorme.
Y esos vidrio-clips tan perfectos... Por favor, que alguien me diga cuando fue la última vez que vió una obra visual confeccionada para ilustrar una canción (y una melodía tan inmensa como ésta se lo merece) y sentir tanto dolor, tanta tristeza... Tratar con cuidado lo que aquí dejo como ejemplo.
Ya no me pongo ningún gorrete, me lo quito ante Father John Misty, un talento en bruto que, espero, esté aquí para quedarse entre nosotros