domingo, 31 de mayo de 2015

Astillas

Vivo en un callejón rodeado de plástico, desperdicios, suciedad, mugre que los humanos olvidan y que la lluvia trata de borrar sin saber que solo consigue que el hedor se transforme en un insecto que utiliza los huesos como nido.
Desde mi rincón veo hombres vestidos de azul, focos que ciegan como soles en miniatura, cintas de plástico que marcan una especie de territorio que nadie puede traspasar. Y también tengo la capacidad de sentir cosas; daño, nervios, insomnio, frustración, mandíbulas apretadas para evitar que las lágrimas hagan pensar en que todo está perdido, en que la poca esperanza que anidaba en nuestro interior se ha astillado como un puño reventando el espejo que comete el pecado de mostrarnos desnudos, mancillados, llenos de cicatrices, reales como monstruos.
A unos metros de mí descansa un cuerpo roto, retorcido en una posición imposible, con ojos que duelen mirar pues son un agujero negro, con sangre reseca entre las piernas.
Puedo calcular el grado de daño y, al hacerlo, mis tripas se pliegan creando un nudo que es el grito ahogado por una mano llena de trampas.
Es muy probable que no tenga ni 13 años de vida.
Ahora uno de los seres de azul me levanta del suelo con mucho cuidado. Me tratan bien y sé que me van a cuidar.
Y creo que ya va siendo hora de que me presente. No soy la cena que alguien ha preparado con todo su amor para tí y que no supiste valorar. No soy ese abrazo al que no has dado importancia en el momento exacto pues el mundo no se acababa ese día. Soy el carnet de identidad del ogro que arrastró la pureza a su madriguera para corromperla con agujas y cuchillas. Soy la prueba del delito. Y, cuando todo termine, sé que me van a encerrar en una estantería oscura a la que llaman "casos resueltos" y allí agonizaré de soledad. Pero, tras tantos años atrapado en el bolsillo de un bastardo con piel humana, creo que no tendré malos sueños y, aunque no sea más que un objeto de plástico, creo que el día de mañana amanecerá más limpio.
No os preocupéis por mí. No se está tan mal en este almacén. Y mi soledad puede que acabe purgando todo el dolor que he visto y sentido y que nunca pude evitar.

domingo, 10 de mayo de 2015

Spaced [Guión: Simon Pegg & Jessica Hynes; Dirección: Edgar Wright][1999-2001]

Puede que suene muy exagerado decir que ésta serie es lo más grande que ha parido la televisión moderna y, por eso mismo, no lo voy a decir. Pero si que me da la real gana de comentar que, en muy contadas ocasiones, he logrado un vínculo tan grande y cariñoso con unos "simples" personajes de ficción. Y en más de una ocasión se me ha venido a la cabeza que esta historia es el reverso ácido de unos locos londinenses a esa estupidez para pijos, que tanto éxito tuvo en su momento, llamada Friends.
El breve argumento es el siguiente: Tim Bisley (Simon Pegg, escritor de la serie y autor de la película sobre zombies más desternillante que existe, Shaun of the dead) es un dibujante de cómics que nunca ha logrado publicar y que acaba de romper con su novia. El prototipo de friki fanático de Star Wars, que se masturba pensando en la protagonista de Expediente-X y que puede tirarse noches enteras a los mandos de una consola de video-juegos. Daisy Steiner (Jessica Hynes, co-guionista) es una chica en paro que sueña con ser escritora y que siempre busca mil excusas para no enfrentarse al papel en blanco. Se conocen en un bar mientras ella busca piso y deciden hacerse pasar por novios para acceder a una vivienda solo apta para parejas estables. Se inventan una vida en común, consiguen el piso y, a partir de ahí, comienza una serie de situaciones abracadabrantes que se expanden de una forma tan creativa, divertida y surrealista, que han hecho que caiga rendido a los pies de esta pequeña y enorme serie de 14 capítulos de forma incondicional.
Una vivienda londinense donde, aparte de nuestros dos protagonistas, habitan Brian (Mark Heap), un pintor lleno de inseguridades que, como él mismo repite, trabaja con miedo, ira, odio, soledad... Marsha Klein (Julia Deakin) la dueña del edificio, alcohólica y fumadora empedernida que mantiene una relación de guerra constante con su hija adolescente a la que nunca llegamos a ver. Y los mejores amigos de Tim: Mike (Nick Frost) un fanático del ejército; y de Daisy: Twist (Katy Carmichael), a la que no le interesa nada que no tenga que ver con la moda.
Tan solo puedo jurar que hacía mucho tiempo que no me reía tanto con una obra de ficción. Inteligente, bien escrita, única, gozosamente divertida, delirante, alocada... Y me callo porque sino podría estar soltando elogios hasta el día del juicio final.
Toda la cultura pop pasada por un filtro de una ironía tan fina y libre de prejucios, que no puedo dejar de apluadir este pequeño arte-facto que ya se ha convertido en una serie de culto, y con razón. Cada capítulo que habla de esa casa, donde siempre hay un carrito de la compra aparcado en su exterior, es sorprendente y distinto del anterior. Un montaje perfecto, flashbacks perfectamente ubicados y personajes que se te meten en los entresijos de tu corazón y que se quedan ahí como malditos okupas. ¿He dicho que adoro esta serie? ¿No lo he dicho?!
Y después de tantas risas, ¿que se te caigan las lágrimas de ternura en una escena del último capítulo que incluye un tanque y un radio-casette reproduciendo una mítica moñez de Take That? Eso nadie lo había conseguido antes, pardiez.
Lo dicho, Spaced es algo único que te deja con la sensación de un gran abrazo en las zonas de donde emerge la alegría.
Plasmo aquí los primeros 9 minutos de esta epopeya tan friki como grandiosa. El comienzo de todo. El "problema" es que cada capítulo es mejor que el anterior, palabrita del niño dios ;)


domingo, 3 de mayo de 2015

Baco [Eddie Campbell][1986-1999]

Si alguna extraña duda me cabía de que Eddie Campbell es uno de los más grandes narradores gráficos de todos los tiempos, se ha despejado al leer el primer volúmen que recopila su impresionante cómic titulado Baco.
Para mí una inmensa obra, tan brutal como un río desbocado, que mezcla la mitología griega con la modernidad para hablarnos de tantas cosas que, a ratos, no queda más remedio, puerto o asidero, que pararse a reflexionar. Sobre todo a los que sentimos esa pulsión insana de contar historias y de expresarnos.
Yo lo descubrí ilustrando esa obra de arte visceral, compleja, desbordante y dolorosa, escrita por Alan Moore (junto a Roberto Bolaño uno de los escritores que más me han enseñado) denominada From Hell.
Y es que no sé como diablos resumir este cómic ni me apetece hacerlo. Bueno, esto sí puedo decirlo: Eddie Campbell ha interiorizado y aprendido la técnica de dibujar y expresar sus ideas a través de las viñetas como fogonazos. Y toda esa sabiduría ha deconstruido un estilo tan libre de artificios que casi podríamos decir que, Baco, roza la perfección.
Una mezcla de mil géneros narrativos con dobles lecturas críticas hacia el sistema en las que no se salva ni el apuntador que, a pesar de que alguien puede que odie esta inmensa saga y otros seguro que la adoran, nos ponen delante de un espejo roto en algún momento.
Y no estoy hablando de una historia mística ni épica; estoy (o al menos lo pretendo) hablando de una obra de arte con mayúsculas publicada entre 1986 y 1999 que por fin podemos disfrutar traducida al español.
Me cuesta comprender como una simple idea que muchos autores han utilizado (dioses viviendo entre nosotros) puede dar tanto de si, estirarse, bifurcarse hacia cientos de subtramas y que ni por un solo instante decaiga el interés en el lector que sigue lo que ocurre con tanta perplejidad como un caimán agitando su cola en un pantano.
La manera de desarrollarse los acontecimientos, los diálogos, los personajes, ese toque entre el surrealismo y la verdad más pura de los tiempos modernos, hacen de Baco algo tan grande que Eddie Campbell, tan solo por esta obra, debería ser aupado al olímpo de los grandes nombres de la narración. Y me da igual que hablemos de cómic, cine, literatura, pintura, espermatozoides o los seres que pueblan el mar de los sargazos. Cuando alguien tiene el talento necesario para mantenerte en vilo con sus creaciones, para mí, es como si me dieran un gran abrazo. Y yo, que no soy ningún hipócrita, solo le doy un abrazo a la buena gente y/o a los seres que me hacen sentir cosas. Y Eddie Campbell forma parte del último grupo.
Y tan solo hablo de un primer volúmen de 216 asombrosas páginas de los 5 que conforman la historia completa. No puedo ni imaginarme todo lo que está por venir.
Toda esta paja mental la resume mi muy querido Neil Gaiman en un suspiro (y él sí que conoce los entresijos de la narración):  “Baco mezcla secuestros de aviones y antiguos dioses, culebrones de mafiosos y leyendas, investigaciones policiacas y mitos fantásticos, limpiadores de piscinas y literatura clásica. No debería funcionar, por supuesto, pero funciona de maravilla”.